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Danvila’s Copyright Treatise , Madrid (1882)
Source: Biblioteca Nacional de España, signature 1/77813
Citation:
Danvila’s Copyright Treatise , Madrid (1882), Primary Sources on Copyright (1450-1900), eds L. Bently & M. Kretschmer, www.copyrighthistory.org
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10
known as well as this secret instinct that we give to our
desired property, our works, and that impels us
to separate and recognize acts, and the desire for
the property of others. Lerminier said
that when property is considered subjectively, it includes
the powers that form his being; it is the aspect that
fulfills his personality; this way of considering property
in the individual is far from being a mistake; this
aspect resides in it; it is a force that searches for this right,
like looking for that freedom, that of safety. He
can discover his origin and independence of this right
with the same powers: owning the physical world
is the necessary development of freedom:
without property, pwoer would be nothing. Therefore
Savigni recognizes that man would not be free as
opposed to nature, if he did not have the right to dominate
it: this right, which is none other than the extension of
individual freedom over exterior objects, is what
constitutes property.
This notion is related to the general idea of rights,
presented initially as an element of dominance,
the perpetuity for which the man is considered to be
an arbitrator of his thoughts, capable of moderating
his desires, in command of his strength; he feels a love for
glory, he has the satisfaction of its virtues and the conscience
of his capacity; he triumphs over nature for it, and after
having dominated the land and ruled the waves,
he admits that not in vain is he called the king of creation.
Without this right, which ensures that man can own
his conquests, the concept of personality would be limited,
because he would not have known the attributes of his power.
The generic idea of property involves the idea of its perpetuity,
subject to the general laws of transfer,
10
conocido como ese instinto secreto que nos adjudica la
propiedad de nuestros deseos, de nuestras obras, y que
nos impele a separar y reconocer los actos, y los deseos
que realizan la propiedad agena. Lerminier ha dicho
que considerada subjetivamente la propiedad, abarca las
facultades que constituyen su ser; es el elemento que
completa su personalidad; lejos de que sea un error ese
modo de considerar la propiedad en el individuo, en él
reside este elemento; es fuerza buscar en él ese derecho,
como se busca el de su libertad, el de su seguridad. En
sus mismas facultades se descubre el origen y la inde-
pendencia de este derecho: la propiedad sobre el mundo
físico es el desenvolvimiento necesario de la libertad:
sin la propiedad, seria nulo el poder. Así reconoce Sa-
vigni, que el hombre no sería libre en frente de la na-
turaleza, si no tuviera el derecho de dominarla: ese de-
recho, que no es otra cosa que la extension de la libertad
individual sobre los objetos exteriores, es lo que cons-
tituye el de la propiedad.
Relacionada esta nocion con la idea general de dere-
cho, se presenta en primer término, como elemento del
dominio, la perpetuidad por la cual el hombre se con-
sidera árbitro de sus pensamientos, capaz de moderar
sus deseos, dueño de sus fuerzas; por ella siente amor
á la gloria, tiene la satisfacción de sus virtudes y la
conciencia de su aptitud; por ella triunfa de la natura-
leza, y después de haber dominado la tierra y de ha-
berse enseñoreado de los mares, reconoce que no en
balde se le ha llamado el rey de la creacion. Sin ese de-
recho, que asegura al hombre la propiedad de sus con-
quistas, limitaría el concepto de su personalidad, porque
habría desconocido los atributos de su poder. La idea
genérica de la propiedad envuelve la idea de su per-
petuidad, sujeta á las leyes generales de la trasmision,
Source: Biblioteca Nacional de España, signature 1/77813
Citation:
Danvila’s Copyright Treatise , Madrid (1882), Primary Sources on Copyright (1450-1900), eds L. Bently & M. Kretschmer, www.copyrighthistory.org
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10
known as well as this secret instinct that we give to our
desired property, our works, and that impels us
to separate and recognize acts, and the desire for
the property of others. Lerminier said
that when property is considered subjectively, it includes
the powers that form his being; it is the aspect that
fulfills his personality; this way of considering property
in the individual is far from being a mistake; this
aspect resides in it; it is a force that searches for this right,
like looking for that freedom, that of safety. He
can discover his origin and independence of this right
with the same powers: owning the physical world
is the necessary development of freedom:
without property, pwoer would be nothing. Therefore
Savigni recognizes that man would not be free as
opposed to nature, if he did not have the right to dominate
it: this right, which is none other than the extension of
individual freedom over exterior objects, is what
constitutes property.
This notion is related to the general idea of rights,
presented initially as an element of dominance,
the perpetuity for which the man is considered to be
an arbitrator of his thoughts, capable of moderating
his desires, in command of his strength; he feels a love for
glory, he has the satisfaction of its virtues and the conscience
of his capacity; he triumphs over nature for it, and after
having dominated the land and ruled the waves,
he admits that not in vain is he called the king of creation.
Without this right, which ensures that man can own
his conquests, the concept of personality would be limited,
because he would not have known the attributes of his power.
The generic idea of property involves the idea of its perpetuity,
subject to the general laws of transfer,
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conocido como ese instinto secreto que nos adjudica la
propiedad de nuestros deseos, de nuestras obras, y que
nos impele a separar y reconocer los actos, y los deseos
que realizan la propiedad agena. Lerminier ha dicho
que considerada subjetivamente la propiedad, abarca las
facultades que constituyen su ser; es el elemento que
completa su personalidad; lejos de que sea un error ese
modo de considerar la propiedad en el individuo, en él
reside este elemento; es fuerza buscar en él ese derecho,
como se busca el de su libertad, el de su seguridad. En
sus mismas facultades se descubre el origen y la inde-
pendencia de este derecho: la propiedad sobre el mundo
físico es el desenvolvimiento necesario de la libertad:
sin la propiedad, seria nulo el poder. Así reconoce Sa-
vigni, que el hombre no sería libre en frente de la na-
turaleza, si no tuviera el derecho de dominarla: ese de-
recho, que no es otra cosa que la extension de la libertad
individual sobre los objetos exteriores, es lo que cons-
tituye el de la propiedad.
Relacionada esta nocion con la idea general de dere-
cho, se presenta en primer término, como elemento del
dominio, la perpetuidad por la cual el hombre se con-
sidera árbitro de sus pensamientos, capaz de moderar
sus deseos, dueño de sus fuerzas; por ella siente amor
á la gloria, tiene la satisfacción de sus virtudes y la
conciencia de su aptitud; por ella triunfa de la natura-
leza, y después de haber dominado la tierra y de ha-
berse enseñoreado de los mares, reconoce que no en
balde se le ha llamado el rey de la creacion. Sin ese de-
recho, que asegura al hombre la propiedad de sus con-
quistas, limitaría el concepto de su personalidad, porque
habría desconocido los atributos de su poder. La idea
genérica de la propiedad envuelve la idea de su per-
petuidad, sujeta á las leyes generales de la trasmision,